A un mes del sensible fallecimiento de la profesora Guadalupe Suárez Díaz

3/8/2020

El 2 de agosto recordamos el primer mes de la partida de nuestra querida colega Guadalupe Suárez Díaz al encuentro del Señor. Destacada docente asociada de nuestro Departamento de Educación, nos ha dejado un encomiable ejemplo de rectitud, entrega, compromiso, claridad de pensamiento, amabilidad y sincera amistad. Un grupo de sus colegas la recuerdan en esta sentida semblanza:

Conocimos a Lupita en diferentes etapas de nuestras vidas; algunas de nosotras durante los estudios en la Facultad, otras ya laborando en la misma. En Lupe encontramos un distinguido ejemplo de perseverancia, rigurosidad, amabilidad, sencillez, entrega, altruismo; una persona con una inagotable capacidad de escucha, que siempre tuvo una sonrisa para todos, sin excepción. De estudiante, destacó por ser una alumna aplicada y cumplidora. Si bien tenía algunos problemas de salud, estos nunca fueron una excusa para incumplir o un motivo para abandonar su buen ánimo.
Durante su vida profesional, fue un ejemplo de rigurosidad, eficiencia y sentido de logro. Quienes hemos sido parte de un equipo de trabajo que ella coordinaba, damos fe de su perseverancia para conseguir las metas trazadas. Sus correos, mensajitos y en los últimos años los whatsapp, podían llegar en los momentos menos esperados, pero su gentil y ejemplar liderazgo nos movía a no defraudarla. Como profesora, Lupita buscó siempre la excelencia de las tareas encargadas, asegurando su calidad y haciendo un seguimiento minucioso de ellas. Sus alumnos recuerdan agradecidos tanto sus enseñanzas como el sincero afecto que les prodigó.
Como persona, Lupe tenía múltiples cualidades. Su disposición para prestar ayuda efectiva, su comprensión y su capacidad de escucha las brindaba a todos por igual. No importaba si éramos sus amigas, alumnas, colegas u otras personas; siempre estuvo presente cuando alguien solicitaba algo y su buena disposición y cercanía eran invaluables. Por ello, Lupita inició una “consejería a distancia especial y personal”, disponible durante el día, la noche o la madrugada. Esto implicaba darse tiempo para brindar un mensaje alentador, una frase especial, un saludo, una escucha solidaria a  aquella persona que se encontraba enferma o requería conversar con ella. No importaba lo cansada y atareada que pudiera estar, su prioridad era estar ahí cuando se la necesitaba.  
Recordar su hermosa y fecunda vida, su testimonio de persona buena y noble, su lucidez, entrega, esfuerzo, desprendimiento y amor a todas las personas sin exclusión alguna, es inspirador para todos nosotros, sus colegas. Aparte de ser fuente de armonía y solidaridad con su entorno, Lupita vivió para mejorar la formación de los futuros educadores y por el progreso de la calidad de la educación de nuestro país.
En la actualidad se habla mucho de dejar huella y consideramos que Lupita ha dejado una huella imborrable en muchas personas. Aunque su ausencia nos entristece, nos reconforta saber que permanecerá por siempre en nosotros.

Rita Carrillo, Teresa Jinés, Martha Santiváñez y Carolina Torres.