Opinión docente: La desigualdad de género en el ámbito educativo y laboral en mujeres con discapacidad

5/12/2024

El acceso de las mujeres a las universidades en América Latina se incrementó en un 41% desde finales del siglo XX, lo cual ha contribuido a una mayor representación en este sector, que es considerada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO, siglas en inglés], 2021), como una ventaja femenina. Aun así, en el ámbito laboral aún existen desafíos para acceder a puestos directivos y alcanzar contrataciones rentables debido a normas que no reconocen las funciones que desarrollan en el hogar, en donde persisten roles asimétricos en la distribución de las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. Estas barreras se intensifican al conjugar los factores de la edad, la condición étnico-racial y la discapacidad que, según Raúl y Soto de la Rosa (2021) refuerzan las diferencias salariales en aproximadamente “12.8 puntos porcentuales” (p. 46).

Algunas de estas brechas disminuyen a medida que las mujeres alcanzan mayores niveles de escolaridad, lo cual ha contribuido a que en la región el porcentaje de culminación de sus estudios universitarios sea 5% más alto que el de los varones. Aunque dichas condiciones no aseguran su empleabilidad y habilitación continua, pues una porción limitada de mujeres en el Perú presenta estudios de posgrado en comparación con sus pares masculinos y en el ámbito científico apenas representan el 32% del total (Registro Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica [RENACYT], 2023). Estos desafíos se explican a partir de la teoría de leaking pipeline o “tubería con fugas”, ya que las mujeres durante su desarrollo académico experimentan múltiples filtraciones o dificultades que dilatan sus trayectorias. Por su parte, el concepto de “techo de cristal” hace referencia a las barreras culturales y estereotipos de género que no se observan a simple vista, pero que impiden su crecimiento al interior de las organizaciones.

De acuerdo con la Comisión Económica para la América Latina y el Caribe (CEPAL, siglas en inglés), este complejo entramado de desigualdades responde a patrones culturales patriarcales discriminatorios y el predominio de la cultura del privilegio. Factores que se incrementan en el caso de las mujeres con discapacidad, pues no solo deben hacer frente a la división sexual del trabajo y la injusta organización social del cuidado en el hogar, sino que también afrontan la exclusión derivada de su condición física, psicosocial y emocional, que reduce su participación en el contexto educativo y como fuerza laboral. Dicha situación tiene una fuerte injerencia en su desarrollo personal y la confianza en sí mismas, que dificulta la conformación de relaciones interpersonales y redes de apoyo en el espacio familiar, la escuela y el trabajo, lo cual amplía tres veces más las probabilidades de que puedan sufrir violencia física, emocional y sexual, y peor aún, que estos casos no se reconozcan ni denuncien a tiempo.

Frente a las diferentes brechas que las mujeres con y sin discapacidad aún presentan en América Latina y, particularmente en el territorio nacional, resulta importante el desarrollo de acciones articuladas entre el sector educativo y los diferentes agentes de la sociedad para ampliar sus oportunidades de desarrollo de manera interseccional, pues en este proceso intervienen múltiples dispositivos y actores (sociales, culturales, intelectuales, personales, entre otros). Sin dejar de reconocer que los docentes de educación básica y superior desempeñan un papel clave para la promoción de la igualdad de género y la transformación del curriculum hacia una cultura de inclusión que neutralice los estereotipos de género y cualquier otro tipo de distinción desde las primeras etapas formación.

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Nota elaborada por:
Dra. Karin Quijada Lovatón
Docente del Departamento Académico de Educación